Asido a las crines del viento, cabalgo
con invisible libertad por las azules praderas
de los vastos cielos, hasta que la noche
resume las últimas luces en estrellas
y las horas duermen en el regazo
de los sueños.
Aéreo e ingrávido, remonto las cimas de nata,
que la nieve endurece con su frío cuerpo,
para evitar un deslizamiento hacia la pérdida
de su sutil ternura, cayendo en el olvido.
En las sartenes borbotea el aceite,
donde cocinamos a fuego lento
todas las ilusiones que deseamos degustar,
sin que se pase de tiempo, ni conserve
la crudeza de una realidad, que imaginamos
menos indigesta y más suculenta
a nuestros voraces ojos, que aún conservan
esas miradas nacidas de la inocencia.
Escrito en Diciembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.